El aire que respiramos, lo que comemos o la gasolina que quemamos para viajar o calentarnos. Le debemos todo a las plantas
y al resto de organismos fotosintéticos, pero si algo caracteriza a los
humanos es el inconformismo. Desde hace tiempo, hay equipos de
científicos que tratan de entender la capacidad de los vegetales para
transformar la luz del sol en energía química. El objetivo es trucar el
proceso responsable de esa proeza para lograr mejorar su eficiencia y
poder emplearlo como una nueva fuente de energía.
La fotosíntesis se produce en las membranas de las células de las
plantas. Allí, los fotones, las partículas que componen la luz del sol,
rompen las moléculas de agua adquirida por las plantas liberando
electrones y protones, otras partículas que a su vez provocan reacciones
que producen ATP y NADPH2, dos moléculas que sirven para almacenar
energía. Después, con el dióxido de carbono que las plantas absorben de
la atmósfera, forman hidratos de carbono en los que queda almacenada la
energía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario