Nuestras actividades inducen ciertas alteraciones en el ciclo del carbono de la Tierra, por ejemplo, produciendo un aumento en la acidificación de los océanos, lo que afecta negativamente a muchas especies marinas.
Los procesos industriales y agrícolas tienen un impacto significativo en el ciclo del nitrógeno de los océanos. En los últimos cien años se ha doblado el ritmo al que se deposita en los mares el nitrógeno reactivo presente en la atmósfera.
Los humanos hemos añadido tanto nitrógeno, que podría equipararse con la mitad del que los océanos fijan de forma natural, un proceso que acaba sirviendo como nutriente para muchos organismos.
Este fenómeno tiene imprevisibles ramificaciones capaces de afectar de distinto modo al medio ambiente.
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