Un estudio realizado en Londres dice que parte de la satisfacción con la vida depende de si el barrio en el que residimos encaja con nuestro carácter
El problema de un hombre que no es feliz quizás sea, simplemente, que vive en el código postal equivocado. Claro que muchos pensarán que la solución pasa por mudarse al barrio más rico, próspero y elegante, pero lo que ha descubierto un equipo internacional de investigadores dirigidos por la británica Universidad de Cambridge va más allá de lo económico. El estudio, en el que han participado 56.000 londinenses, concluye que la satisfacción con la vida depende, al menos en parte, de si el lugar en el que moramos encaja con nuestra personalidad.
Es muy común que las personas hablen acerca de cuál es el mejor lugar para vivir, pero la mayoría de investigaciones tienden a mirar factores como los ingresos y bajos índices de delincuencia, sin tener en cuenta las diferencias individuales de la personalidad», dice Markus Jokela, de la Universidad de Helsinki, Finlandia. «Como resultado, los estudios implican que todas las personas serían igualmente felices en los mismos lugares. Una conclusión que, como mostramos, es engañosa, porque nuestro nivel de felicidad depende de si nuestro entorno es adecuado a nuestra personalidad».
Los investigadores encontraron diferencias geográficas y las agruparon según los niveles de satisfacción con la vida y ciertos rasgos de personalidad. Por ejemplo, las personas agrupadas en torno a las áreas centrales y urbanas eran las más abiertas y, en menor grado, más extrovertidas, con niveles que disminuían cuando se trasladan a regiones externas. Las áreas de mayor apertura también mostraron un vecindario con una mezcla de características, una mayor densidad de población, precios de la vivienda más altos, mayor diversidad étnica y religiosa y más alto índice de criminalidad.
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