lo esencial de la biología del desarrollo, en el sentido que los científicos dan a esa expresión, ocurre oculto a nuestros ojos en el interior del útero y es una faena prácticamente acabada cuando nace el bebé. Esos son los mecanismos que ordenan la proliferación celular y van distribuyendo cada sector del embrión en zonas especializadas que después construirán el hígado, por ejemplo, o el cerebro y la piel, los músculos y los vasos sanguíneos, en una coreografía meticulosa pero plástica y flexible que, en buena parte, compartimos con el resto de los mamíferos, y en cierta medida con todos los demás animales. Pero los detalles que aún quedan por pulir tras el nacimiento son, naturalmente, de una extraordinaria importancia en una especie como la humana, cuyos bebés están por completo inválidos para subsistir por sí mismos.
viernes, 16 de enero de 2015
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